Confieso que Bill Gates me da cierta envidia sana. No solo por tener una cuenta corriente que parece un número de teléfono con tantas cifras, sino por su capacidad de leerse más de 50 libros al año. Lo he intentado y me ha resultado imposible. Pero no tiro la toalla.
La evidencia científica revelaque hay un punto de equilibrio entre la rapidez de lectura y la capacidad de comprensión y retención del contenido que se está leyendo. Sin embargo, con la práctica adecuada, ese equilibrio se puede mejorar acelerando la velocidad de lectura sin comprometer la comprensión lectora.
Investigaciones como las de la Universidad de Guayaquil concluyen que la velocidad de lectura puede aumentar significativamente con la práctica y el uso de técnicas adecuadas. Un lector promedio lee entre 200 y 400 palabras por minuto, mientras que mediante el entrenamiento en lectura rápida, esa velocidad puede llegar a velocidades de hasta 1.000 o 1.700 palabras por minuto.
Encontrar el equilibrio
La lectura rápida es especialmente útil para procesar textos largos de manera superficial, siendo útil para obtener ideas generales o información puntual. No es recomendable en contextos donde se requiere una comprensión profunda, análisis detallado o memorización del contenido, pero sí cuando se trata de buscar información específica o en textos que abordan materias de las que ya se tienen conocimientos previos.
Los principales implicados en una velocidad de lectura lenta son:
- Subvocalización: es el hábito de pronunciar mentalmente las palabras que se leen. Eso limita la velocidad de lectura ya que la imagen visual de la palabra que interpreta el cerebro se vocaliza como si estuvieras leyendo en voz alta, sometiéndose a la necesidad de vocalizar cada una de las palabras y no limitarse a la compresión de la misma.
- Lectura palabra por palabra: disminuye la comprensión global del texto.
- Regresión: releer varias veces o tener que buscar en la siguiente línea de texto ya que rompe el flujo de lectura.
- Baja concentración: afecta tanto la velocidad como la retención.
Técnicas de lectura rápida
La ciencia revela que este incremento de velocidad no es un proceso mágico, sino el resultado del entrenamiento consciente de los movimientos oculares, la ampliación de vocabulario y el uso de estrategias para mejorar la comprensión global, y no solo la cantidad de palabras leídas por minuto.
1. Fragmentación
Esta técnica consiste en evitar leer palabra por palabra y asimilar las palabras por grupos. Por ejemplo, para comenzar a entrenar, puedes agrupar las palabras de las frases de dos en dos e ir incrementando el número progresivamente con la práctica.
Al principio puede que te resulte un poco extraño, pero el cerebro reconoce las palabras por su morfología, lo cual explica, por ejemplo, que tu cberreo pdeue leer etse txeto. Si lo leyeras palabra a palabra te costaría más que en bloque porque una palabra contextualiza a sus adyacentes.
Este principio hace que tu vista salte entre grupos de palabras, no de palabra en palabra durante la lectura.
Lo habitual es comenzar a leer así:
En-un-lugar-de-la-Mancha-de-cuyo-nombre-no-quiero-acordarme
Pero con un poco de práctica, no tardamos a comenzar a leer así:
En un lugar-de la Mancha-de cuyo nombre-no quiero acordarme
Con el entrenamiento adecuado, el número de «pausas» se reduce:
En un lugar de la Mancha-de cuyo nombre no quiero acordarme.
2. Usa una guía visual
La ruptura del flujo de lectura es una de las causas más frecuentes para la ralentización de la lectura. Esto acostumbra a suceder cuando se tienen dificultades para encontrar la siguiente línea de texto. La solución: tan sencilla como usar el dedo para indicar el inicio de la siguiente línea de texto o una guía visual equivalente.
En pantallas se puede usar el puntero del ratón como guía. Si prefieres leer en móviles o tabletas, el borde la pantalla o cualquier otra referencia puede contribuir a que la vista no titubee al buscar la siguiente línea y se mantiene la inercia de lectura.
3. Ser más rápido que la voz
Si cuando lees escuchas las palabras en tu cerebro es que no estás leyendo lo suficientemente rápido. Como hemos comentado antes, este fenómeno se conoce como subvocalización.
Para evitarlo, será necesario entrenar la velocidad de lectura intentando leer más rápido de lo que esa voz interior es capaz de vocalizar. Al hacerlo, estará obligando al cerebro a priorizar el procesamiento visual en lugar del «auditivo» de tu voz interna, mejorando así la velocidad de lectura.
4. Mirada del infinito
Al igual que cualquier otro músculo, los músculos oculares también deben ejercitarse para mejorar la velocidad de lectura. Una forma de mejorar su rendimiento es practicar la mirada del infinito para conseguir un barrido visual del texto más eficiente.
Esta técnica consiste en dibujar el símbolo de infinito (∞) sobre el bloque texto, de forma que la mirada lo recorre de una forma más global, no línea a línea, y mejora la captación de las palabras por bloques.
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Imagen | Unsplash (Thought Catalog, Eliott Reyna)
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La noticia
Si tú también sientes que no tienes tanto tiempo para leer como te gustaría, hay una solución: la «lectura rápida»
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Rubén Andrés
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