Desde su aparición en 1996, Tamagotchi se convirtió en uno de los fenómenos más influyentes de la cultura pop japonesa e internacional. Creado por Aki Maita y desarrollado por Bandai, este pequeño dispositivo electrónico en forma de huevo dio origen a una nueva categoría de juguetes que se haría fuerte hasta nuestros días: las mascotas virtuales. Más allá del furor inicial, lo que verdaderamente cimentó el legado del Tamagotchi fue su capacidad magistral de adaptarse a diferentes culturas, idiomas e ideas alrededor del mundo.
Vamos a analizar cómo Tamagotchi logró convertirse en un producto verdaderamente global, adaptando no solo su lenguaje y su diseño, sino también su filosofía e incluso sus funciones para conectar con públicos totalmente distintos, desde niños japoneses hasta adolescentes europeos.
Nacimiento en Japón: disciplina y responsabilidad como valores culturales
La primera versión de Tamagotchi se lanzó en Japón en noviembre de 1996. El concepto original reflejaba valores muy importantes en la cultura japonesa: la disciplina y la responsabilidad. El Tamagotchi requería atención casi constante—teníamos que darle de comer, limpiarlo, jugar con él e incluso darle atención médica cuando lo necesitaba— y si el usuario fallaba en cuidar bien a su mascota, esta podía llegar a morir (algo, a simple vista, un poco traumático para un niño).
Este enfoque fue bien recibido en Japón, donde el concepto del «gaman (resistencia y paciencia) y la idea de que los niños deben asumir responsabilidades desde pequeños son valores importantes.
Bandai comprendió muy pronto que para triunfar en los mercados occidentales, su Tamagotchi debía ajustarse culturalmente. Cuando el dispositivo se lanzó en Estados Unidos en mayo del 97, se realizaron varios ajustes clave.
Anuncio oficial de Bandai en Estados Unidos
Uno de los primeros fue un lenguaje más simplificado y unos nombres más amigables. El nombre princpal de «Tamagotchi » se mantuvo, pero se eliminaron nombres japoneses complicados de otros personajes. Por ejemplo, el personaje de Mametchi se mantuvo con su mismo nombre, pero otros fueron renombrados o rediseñados para facilitar su pronunciación y comprensión.
También optaron por hacer un manual de instrucciones un poco más distendido que el original. Mientras que en Japón el enfoque era más serio, los manuales en inglés tenían un tono más humorístico y relajado, lo que reflejaba un poco las expectativas culturales de entretenimiento infantil en Occidente.
En Japón, que un Tamagotchi muriera era una parte esencial del ciclo de vida y una lección emocional. En algunos sitios de Estados Unidos y Europa, sin embargo, el concepto se consideró demasiado duro. En muchas versiones internacionales, el Tamagotchi no moría, sino que «volvía a su planeta», lo que suavizaba bastante el impacto emocional y evitando posibles controversias con padres —aunque he de decir que el mío se moría sin ningún tipo de suavidad, menudos lloros—.
América Latina y Europa
En América Latina, Tamagotchi llegó con el impulso del mercado estadounidense, y en muchos casos se vendía en inglés o con traducciones mínimas. Sin embargo, su éxito fue muy grande. Parte de esto se debe a que muchos de los valores que promovía (y de alguna forma sigue promoviendo) tenían mucho que ver con la educación familiar en países latinoamericanos. Además, en economías donde las mascotas de verdad eran un lujo para muchas familias, el Tamagotchi se convirtió en una alternativa accesible y emocionalmente satisfactoria para los niños.
En países como México, Argentina o Colombia, se vendieron tanto los modelos originales de Bandai como versiones genéricas o «piratas«, que también tuvieron gran aceptación y que posteriormente vimos también en España.
Anuncio de Tamagotchi para España
En Europa, Bandai trabajó con distintas empresas para adaptar el producto a mercados como Francia, Alemania, España e Italia. Aquí tuvimos también algunos ajustes culturales específicos, como la multiplicidad de idiomas, ya que se lanzaron ediciones en varios idiomas europeos, algo fundamental para captar a usuarios infantiles que aún no dominaban el inglés.
Se hicieron también diseños personalizados por país. En Reino Unido, por ejemplo, sacaron carcasas con banderas británicas. En Alemania, se comercializaron modelos con instrucciones más detalladas y énfasis en el aspecto educativo del juguete. Y, obviamente, las campañas de marketing fueron distintas dependiendo del país. Aquí se nos vendía como nuestra mascota digital, la cual teníamos que tener siempre a nuestro lado, mientras que en Estados Unidos la campaña se enfocaba en la novedad tecnológica y en Francia como un «juguete emocional».
Adaptaciones tecnológicas: conectividad y expansión cultural
A medida que avanzaba la tecnología, Bandai introdujo nuevas funciones que permitieron adaptar el Tamagotchi a los cambios socioculturales globales, como la generación Connection, en 2004. Esta generación introdujo la capacidad de conectar dispositivos entre sí vía infrarrojo, permitiendo que los Tamagotchis «visitaran» a otros o incluso «se casaran». Esta función tuvo muchísimo éxito en Asia. En Occidente, el enfoque fue algo más juguetón y orientado al poder jugar en red con tus amigos.
A partir de la década de 2010, Bandai comenzó a lanzar modelos con colores menos estereotípicos de género y personajes más diversos, adaptándose a los cambios en sensibilidad cultural global sobre inclusión. Otra novedad bastante interesante y popular fue la generación Tamagotchi Meets/On que salió hacia 2018. Esta generación, lanzada en Japón como Tamagotchi Meets y en Occidente como Tamagotchi On, introdujo un árbol genealógico, genes heredables y una ciudad interactiva. Fue un gran éxito en Japón y tuvo buena acogida en Estados Unidos, especialmente entre los jóvenes adultos más nostálgicos.
Y ya en 2021, hace nada como quien dice, para conmemorar los 25 años de la franquicia, se lanzó una versión con formato de smartwatch. Con funciones táctiles y voz, esta edición se orientó hacia una audiencia más moderna, particularmente en Asia, pero con potencial de expansión global como siempre.
Tamagotchi Union Jack, edición especial de UK | Foto vía Reddit @Boring_Sample_4917
Adaptación a medios digitales
Además del dispositivo físico, Tamagotchi también se ha adaptado a otras plataformas para mantener su relevancia cultural y no quedarse atrás. Hemos visto aplicaciones móviles, con juegos como My Tamagotchi Forever (2018), que se lanzó para dispositivos iOS y Android, combinando elementos clásicos de nuestro querido huevito portátil con mecánicas de juegos móviles como la personalización y las microtransacciones.
También han sido muy listos y han sabido aprovecharse de las colaboraciones con distintas marcas. En Japón especialmente, Tamagotchi ha tenido colaboraciones con Hello Kitty, Demon Slayer, Snoopy, Evangelion, y hasta BT21 de BTS, aprovechando las tendencias culturales de cada momento y de cada región. Además, en Occidente el Tamagotchi se ha incorporado a líneas de moda retro, con ediciones especiales lanzadas junto a marcas como Supreme o Casetify, dirigidas a millennials y coleccionistas.
Hasta fecha de 2023, se han vendido más de 91 millones de unidades de Tamagotchi en todo el mundo (dato de Junio de 2023) y tiene presencia en más de 50 países. Este éxito global no es solo resultado de un buen producto, sino de una estrategia de adaptación cultural continua que ha sabido dar en el clabo. A diferencia de muchos juguetes electrónicos que pierden relevancia al pasar de una generación a otra, Tamagotchi ha sabido reinventarse respetando sus raíces.
Las adaptaciones culturales han sido clave, ya que han sabido no solo traducir el idioma, sino el contexto emocional y educativo del juguete en sí. Su capacidad para llamar la atención de niños, adolescentes y adultos nostálgicos en diferentes culturas demuestra que, con la localización adecuada, una idea simple puede tener un alcance verdaderamente universal.
Tamagotchi no es solo un juguete electrónico. Es un espejo que ha reflejado las culturas donde ha estado presente. Ha demostrado ser un producto profundamente moldeable, capaz de conectar con emociones humanas universales. En un mundo cada vez más globalizado, el caso Tamagotchi ofrece una valiosa lección, y es que para triunfar globalmente, hay que saber escuchar también a nivel local.
Foto de portada Cosmoh Love en Unsplash
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La noticia
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3DJuegos
por
Bárbara Gimeno
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