Nos estamos acercando al octavo aniversario de Xbox Game Pass, quizá el servicio de suscripción de videojuegos más conocido y con un catálogo más potente, aunque, por supuesto, eso siempre está abierto a debate. Lo que empezó siendo un tímido intento por crear una fuente de ingresos alternativa que pudiera sacar el máximo partido del fondo de catálogo pasó a convertirse en el epicentro de toda la estrategia de Xbox, centrando todos sus esfuerzos en el aumento de las suscripciones. Para ello, iniciaron al mismo tiempo una campaña de compra de estudios como nunca antes se había visto en la industria que dio un salto de gigante con la adquisición de ZeniMax Media, la matriz de Bethesda Game Studios. Ya sabemos cómo terminó la historia. Envalentonados por el grosor de su portfolio, los mandamases de Xbox acometieron la compra de Activision Blizzard y el plato se les atragantó de tal manera que dieron un volantazo que nunca antes habíamos visto en esta industria, pasando a publicar sus juegos en el ecosistema de su principal rival.
Parálisis de decisión
Microsoft no suele dar números de consolas vendidas ni de suscripciones, pero podemos adivinar que Xbox Game Pass no ha sido el éxito fulgurante al que aspiraba y que están llevando esta transformación hacia una editora third party en parte para paliar los efectos de esa decepción. Durante mucho tiempo, la narrativa en torno al servicio era que tenía buenos juegos, pero que no recibía lanzamientos imprescindibles con la cadencia requerida para mantener la fidelidad de los suscriptores todos los meses del año. Ahora, por fin, podemos decir que eso eran cosas del pasado.
No sabemos lo que nos deparará el futuro, pero este 2025 está siendo espectacular para el servicio, recibiendo un asalto constante de juegazos que está poniendo a prueba incluso al jugador más intensivo: Ninja Gaiden 2 Black, Avowed, Atomfall, South of Midnight, Blue Prince, Commandos Origins, Clair Obscur: Expedition 33 y a lo que hay que sumar el shadow drop de Oblivion Remastered. He jugado a la gran mayoría de ellos, pero ni siquiera a mí me ha dado tiempo a jugarlos a todos. Estoy muy lejos de ser el usuario promedio, pero no creo que eso sea bueno para nadie.
Expedition 33
¿Estamos ante el riesgo de que Game Pass pueda saturar a su propia audiencia? Una de las cosas que más se han estudiado es la parálisis de decisión que afecta a los usuarios de plataformas de streaming. Un viernes por la noche, un suscriptor normal accede a una app cualquiera y se enfrenta a un catálogo de miles de horas de metraje. ¿Qué elige entre una oferta tan gigantesca? Empieza a recorrer las diferentes secciones buscando algo que le llame la atención y salvo que haya algo que destaque por encima del resto, le va a costar muchísimo comprometerse con algo. Puede que empiece una película, pero a los 10 minutos no termina de conectar y decide cambiar a una serie, pero le cuesta concentrarse. Empieza a mirar el móvil, pierde el hilo de lo que sucede, echa un vistazo al número de episodios y temporadas y se arrepiente. Vuelve al menú, sigue buscando cosas con displicencia, preguntándose si merece la pena pagar religiosamente la cuota. Con Game Pass pasa algo parecido. La oferta empieza a ser tan mastodóntica que nos cuesta tomar decisiones, comprometernos con un juego concreto, sobre todo cuando en vez de 2 horas podemos estar hablando de 30.
Oblivion
La curación del catálogo de Game Pass es algo rematadamente complicado y tengo muchísimo respeto por los grandes profesionales que se dedican a ello. Son gente capaz de detectar productos de mucha calidad a meses o incluso años vistas, asegurando joyas como Blue Prince o el mismo Clair Obscur: Expedition 33. Pero no es solo una cuestión de calidad, sino de variedad. Game Pass es un servicio de masas y por lo tanto tiene que asegurarse de cubrir todas las bases, de dirigirse a todos los tipos de jugadores. Hay muchísimos equilibrios que tener en cuenta y a pesar de todos los esfuerzos, se pueden cometer errores porque no siempre las cosas dependen de los profesionales de Xbox. Hay retrasos sobrevenidos, derechos de marketing comprometidos, contratos de exclusividad temporales, etc. Lo que sí extraña más es cuando se producen contratiempos cuando, en teoría, se controlan todas las cartas.
La fecha de Clair Obscur: Expedition 33 estaba clara desde hacía meses y aunque Xbox no era la publisher, sí había llegado a un acuerdo muy ambicioso con Kepler Interactive. Hicieron con ellos la puesta de largo durante el Xbox Game Showcase de 2024 y otras muchas iniciativas destinadas a aumentar la visibilidad de un juego muy necesitado de ella. No solo por ser el debut de un estudio primerizo sin grandes nombres detrás, sino por ser un estudio pequeño, una IP nueva y en un género, el RPG por turnos, un tanto complicado de vender.
En Xbox sabían lo que tenían entre manos (por mucho que Phil Spencer haya dicho en el pasado que se sorprenden cuando los lanzamientos no salen bien, esas cosas siempre se saben), un título de una calidad extraordinaria que había levantado desde el primer momento una expectación tremenda por su propuesta atrevida y una presentación audiovisual de escándalo. Tenía muchas papeletas para ser un bombazo que catapultara a sus creadores a la primera división internacional, un hito nunca antes visto (o por lo menos yo no lo recuerdo) para estudios primerizos conformados por desconocidos.
Oblivion
Fuego amigo
La cuestión entonces es, ¿por qué demonios boicotearon el foco con el lanzamiento sorpresa de Oblivion? ¿Por qué contraprogramar un RPG sobresaliente con una remasterización de otro RPG gigantesco de hace casi 20 años? Ya sé que habrá gente que jugará a los dos y que cree que no pasa nada, que ambos están en el Game Pass y que recibirán su minuto de gloria. Pero es que no nos podemos olvidar que esta es una industria que se mueve mucho por FOMO (miedo a perderse algo, en sus siglas en inglés). Los juegos que capturan el zeitgeist, como Elden Ring o Baldur’s Gate 3, se convierten en auténticos fenómenos y cambian la industria de manera sustancial. Y el zeitgeist se captura con atención mediática, presencia en redes sociales, streamings de creadores de contenido, video ensayos en Youtube, músicos interpretando las melodías de la banda sonora, quinielas para premios, etc. Eso es muchísimo más difícil cuando la atención de la comunidad de jugadores está completamente dividida.
La fecha de Clair Obscur: Expedition 33 estaba clara desde hacía meses y aunque Xbox no era la publisher, sí había llegado a un acuerdo muy ambicioso con Kepler Interactive
El caso de Titanfall 2, uno de los mejores FPS de la última década, es paradigmático. Se lanzó en el peor momento posible y, a pesar de ser un juego absolutamente brillante y constantemente reivindicado, acabó aplastado por la inconmensurable competencia de Call of Duty y Battlefield, que lanzaban sus entregas con sólo unos días de diferencia. Lo desconcertante de la situación es que la editora, Electronic Arts, controlaba una de esas franquicias y podía haberle buscado una fecha mucho más propicia para que el juego de Respawn brillara como se merece. ¿Ha pasado aquí lo mismo? Creo que no.
Bethesda es propiedad de Microsoft, sí, pero siguen disfrutando de una independencia operativa notable, con sus propios canales de ventas, comunicaciones y distribución. Además, en Bethesda todavía están cabreados por no haber podido sacar Starfield en PlayStation 5 de salida, una restricción que Microsoft luego no extendió a los juegos de Activision. Es muy probable que en Bethesda les haya dado igual la coincidencia en el calendario con el juego de Sandfall y que nadie en Xbox haya querido imponer su criterio aduciendo superioridad jerárquica, especialmente por un producto menor (al menos en presupuesto).
Expedition 33
Las cifras de jugadores simultáneos de Steam (un buen indicador, aunque para nada ofrece una panorámica completa de la situación) son halagüeñas. Oblivion Remastered es todo un fenómeno, pero Clair Obscur: Expedition 33 no está siendo borrado del mapa, siendo el ratio 1:3 a favor de Oblivion. Son cifras respetables y junto al negocio en consolas, donde debe hacerse fuerte un JRPG de estas características, me atrevo a decir que Sandfall no tiene nada que temer. Sin embargo, a nadie se nos puede escapar que el juego podría haber disfrutado de unas ventas mucho más significativas si hubiera disfrutado de una ventana más amplia donde focalizar la atención. ¿Sabían en Kepler/Sandfall lo que se les venía encima? ¿Habrían adelantado el estreno una semana como hizo Kingdom Come Deliverance 2 en febrero? ¿Les dio Xbox la oportunidad?
Game Pass está en un momento dulce que puede iniciar un ciclo virtuoso que les traiga algunas alegrías
Microsoft tiene por fin algo muy bueno entre manos. Game Pass está en un momento dulce que puede iniciar un ciclo virtuoso que les traiga algunas alegrías después de unos meses e incluso años de desazón. Sin embargo, tienen que tener cuidado de no morir de éxito o de transmitir la idea de que los juegos que firmen con ellos no van a ser mimados. Sandfall puso al mal tiempo buena cara y trató de establecer un paralelismo con el fenómeno cinematográfico de 2023: Barbenheimer.
Lo que pasa es que aquí no funciona por dos razones. Primero, la similitud de sus propuestas. Y sobre todo dos, que son juegos enormes que implican más de 100 horas si queremos disfrutar de ambos a fondo y ver todo lo que tienen que ofrecer, en vez de las 5 horas de las dos películas. Microsoft debería aborrecer la posibilidad de producir parálisis de decisión en sus suscriptores, sobre todo con las novedades, el gran escaparate del servicio. Y resolver las posibles cuitas internas que han podido desembocar en esta situación que podría haberse evitado con una mejor planificación y un mayor lealtad entre las partes.
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El círculo virtuoso de Xbox Game Pass y la parálisis de decisión
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3DJuegos
por
Borja Vaz
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