Ha llovido muchísimo desde la edad de oro de los RTS al estilo Command & Conquer. Eso sí, si bien es cierto que la saga de Electronic Arts en sus inicios me pilló demasiado joven como para jugarlos al momento de salir, tengo cierta nostalgia por una época que viví de refilón, cuando la estrategia era más simple, sin desmerecer la épica y el buen hacer de sus autores en materia de estadísticas, facciones y su loop jugable tan adictivo. Por ello, juegos como Tempest Rising son tan bienvenidos hoy en día, y lo mejor es que este juego en concreto ha sido capaz de hacerme cambiar de opinión: lo que en su primera versión beta entreví como nostalgia y nada más, escondía dos campañas e ideas tan originales que me han hecho valorarlo aún más.
Ya desde sus primeras imágenes, Tempest Rising evocaba inevitablemente el espíritu de Command & Conquer. No es casualidad. Sus desarrolladores han reconocido esa inspiración sin tapujos, y todo, desde la interfaz hasta las su amor por la narración cinemática, bebe de la fuente de Westwood Studios. En un momento donde la estrategia en tiempo real lucha por recuperar su lugar en la cima del gaming, la dupla de Slipgate Ironworks y 2B Games llega con un homenaje moderno a los clásicos de los 90 bajo el brazo, que promete lo que muchos veteranos llevan años pidiendo: un RTS con alma, sin mucho músculo táctico, pero con una ambientación que atrapa desde el primer clic. ¿Estamos ante el regreso triunfal del género?
Ciencia ficción bélica de la buena, de la que no te crees
Como he citado, ya probé Tempest Rising hace apenas unos meses con una versión preliminar que nos dio acceso al modo escaramuza, una de las tres modalidades junto al modo campaña y el modo online del juego. Si bien es cierto que aquella prueba me permitió degustar su abecé temático, aún tenía mucho que demostrar; y lo hace con dos modos campaña divertidísimos. Sé que en los juegos de estrategia los «modos historia» son algo secundario. No digo que sean malos o innecesarios —Dawn of War o Age of Mythology me dejan claro lo contrario—, pero lo bueno o malo que sea su gameplay definirá un RTS hasta sus últimas consecuencias. Ahora, cuando los astros se alinean y tienes un buen modo campaña y una iteración jugable de primer nivel, todo entra como mantequilla.
Tempest Rising juega bien sus cartas con sus mapas: entran por los ojos y están bien diseñados
En este caso, y sin perder el norte de Command and Conquer, nos situamos en un mundo devastado por la guerra —cómo no—, donde en los 80, en plena Guerra Fría, sucedió una catástrofe nuclear que dio paso a la invasión de una flora alienígena llamada Tempest. Con su buenísima dosis de ciencia ficción y su épica ciertamente pro-belicista y autoritaria, casi emulando a Warhammer 40K en según qué aspectos, la idea de Tempest Rising es superar 11 misiones por cada una de las dos campañas: una dirigida por la Tempest Dynasty, una facción que abrazó la flora alienígena para mejorar a sus soldados, y la GDF, o el orden en términos puramente morales.
Lo mejor de todo es que Tempest Rising es capaz de ser tremendamente atractivo con lo que propone. Con un buen despliegue visual y unas cinemáticas bien cuidadas que presentan la acción, hacía tiempo que un juego no me mantenía pegado a la pantalla viendo en qué locura bélica me lanzarán después, pero Slipgate Ironworks y 2B Games lo han conseguido.
Las cinemáticas iniciales son de primer nivel, seguidas por pequeños vídeos ‘in game’ que nos llevan de la mano misión tras misión
De nuevo, ambos equipos no reinventan la rueda en términos narrativos, pero hay mucho de original, de inquietante y de, otra vez, similar a la ficción de Games Workshop, que deja un regusto extraordinariamente positivo a un modo campaña que fácilmente nos tendrá ocupados 10 horas, si no más, dependiendo de lo que tardemos en cumplir sus misiones. Sin embargo, es la mejor forma de experimentar Tempest Rising en una primera vuelta, y la más satisfactoria.
Con un mapa original por cada misión y hasta cuatro biomas disponibles, todo —desde la ambientación hasta sus detallitos narrativos—, y la sensación de urgencia de una carrera armamentística que está llegando a una nueva cota, se siente interesante y, lo mejor de todo, divertido de jugar. Gran parte del mérito es de Unreal Engine 5 y de un despliegue artístico y visual más realista que de costumbre, abrazando el pesimismo bélico y la ciencia ficción retro y fanfarrona. Eso sí —y quizá venga dado por el motor de Epic Games—, aunque Tempest Rising funciona fluido, las cinemáticas, extrañamente, sufren importantes caídas de FPS por debajo de lo lógico (30 FPS); aunque puede que sean pantallas de carga de shaders encubiertas para no retrasar la acción.
El abecé de los RTS: buena gestión, pero falta de alma táctica
Con los RTS al estilo Command and Conquer siempre he tenido un problema puramente personal: su estrategia masiva, dejando de lado los componentes tácticos, se me torna algo menos interesante que aquellos RTS tácticos. De nuevo, es algo que nace de mí, y aunque creo que Tempest Rising podría haber despuntado igual de bien con un enfoque más cercano a Company of Heroes o World in Conflict —pensados para sacar pecho de la gestión de pocas unidades y los comandos para coberturas o formaciones de despliegue—, no puedo negar que Slipgate Ironworks y 2B Games han trabajado con atino en su propuesta.
Me habría gustado un toque táctico, con formaciones y coberturas
En este apartado, Tempest Rising es un juego que no esconde sus cartas: quiere que pienses rápido, que te levantes si te pegan y asumas su ritmo intenso como una constante. Es normal sentirse abrumado en según qué situaciones, sobre todo cuando has perdido uno de los sectores del mapa, pero hay un buen engranaje bajo el capó. Cada facción dispone de doctrinas —árboles de mejoras— que permiten personalizar el estilo de juego. Esto da pie a partidas dinámicas en las que cada enfrentamiento puede evolucionar de forma distinta, algo que se nota sobre todo en el modo escaramuza, donde la libertad de acción es mucho más lógica que en un entorno encorsetado como el de la campaña.
En Tempest Rising la GDF y la Tempest Dynasty se gestionan de forma distinta
Claro está, las bases de los RTS no se diluyen ni se trastocan en absoluto. Tendremos que gestionar nuestra base —o bases— a lo largo y ancho del mapa mientras conseguimos recursos, administramos la energía de nuestras máquinas y mantenemos activa la producción de unidades. Lo mejor es que, al contrario que en otros RTS donde el ciclo jugable implica hacer lo mismo que la facción contraria solo que con una estética diferente y unidades diversas, amén de unas doctrinas —un árbol de mejora propiamente dicho— que mejoran aspectos como la recolección, la salud o la obtención de recursos, en Tempest Rising la GDF y la Tempest Dynasty se gestionan de forma distinta. Además, y aún habiendo solo dos facciones jugables, hay una buena variedad de unidades disponibles y una tercera facción, los Veti, que por ahora no son jugables pero ya rondan por el juego de cara a próximas actualizaciones.
Las doctrinas son diferentes según la facción, con la GDF pensando en el uso de armamento puntero y la Tempest Dynasty en la mejora de soldados
En el caso de los más autoritarios —y últimos mencionados—, la Tempest Dynasty necesita de la recolección de Tempest para continuar. No es solo que esta sea la forma de conseguir dinero para seguir gestionando su entramado bélico, sino que es la base misma de muchas de sus habilidades. Hay unidades capaces de activar un boost de energía para llegar a los objetivos más rápido, pero dichos soldados solo estarán disponibles en base a la recolección de esta flora alienígena. Esto hace que Tempest Rising funcione a varias capas, donde —sin ser ninguna de ellas muy profunda—, la idea es llevar un control exhaustivo de la gestión de recursos en varios frentes y aspectos, cada uno con sus requisitos de energía, vehículos o dinero.
La GDF recompensa la exploración y el enfrentamiento con el enemigo
Por otro lado, la GDF actúa como un ejército móvil. Hablamos de una coalición militar convencional con una fuerte carga tecnológica, pero que no depende del Tempest. Sobre el papel, siendo más avanzados, deberían ser más poderosos, y si bien es así, sus necesidades energéticas y de recursos son mayores. Sin embargo, esta facción se mueve en un terreno diferente: el de la recolección de Intel, u objetos de inteligencia, un concepto que recompensa la exploración y el enfrentamiento con el enemigo. De ahí que en mi primera campaña con la Tempest Dynasty no parase de ver pequeños escuadrones atacando aun en minoría, lo que demuestra que Slipgate Ironworks y 2B Games han hecho los deberes en términos puramente técnicos.
En más de 20 horas de juego, con las dos campañas completadas y una buena lista de partidas de escaramuza —que no ganadas, ojo—, apenas he visto problemas a la hora de gestionar una u otra facción; tampoco a la hora de combatir con una u otra. Con pequeños flecos a pulir en términos de estadísticas, además de una cierta falta de variedad en los edificios, creo que ambos estudios pueden solventar sus pequeños errores con ciertas actualizaciones. Aun así, quizá el aspecto más importante a tener en cuenta por la dupla creativa es su IA. No es mala, pero sí errática, con momentos puntuales donde actúa con cierta autonomía, gestionando algo mal el ciclo de comandos.
Tempest Rising no trata de reinventar la rueda. Su objetivo es otro: recuperar la esencia del género con respeto y ambición, aprovechando lo aprendido durante décadas. En un tiempo donde los juegos como servicio dominan la escena, esta propuesta parece un soplo de aire fresco para quienes buscan partidas cerradas, tensas y llenas de decisiones críticas.
- Quería ser solo un sucesor de Command and Conquer, pero es más.
- Su modo historia, sin nada que añadir nuevo, es súper disfrutable.
- Slipgate Ironworks ha trabajado bien el sistema de misiones, gestión y unidades.
- Visualmente es espectacular, con un diseño de personajes y mundo de primera.
- Tiene algunos errores menores en la IA o en la estabilidad fácilmente subsanables.
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La noticia
No paraba de decir «5 minutos más», y así he pasado 20 horas con su estrategia de ciencia ficción. Tempest Rising llega para quedarse, análisis
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Alberto Lloria
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