Si me hubiesen dado 1 euro cada vez que dije «una más y lo dejo» con esta joya de Steam, ahora todos mis amigos tendrían un Dawnfolk en su biblioteca

Si me hubiesen dado 1 euro cada vez que dije «una más y lo dejo» con esta joya de Steam, ahora todos mis amigos tendrían un Dawnfolk en su biblioteca

Veo un 96% de reseñas muy positivas en Steam y veo que se ha hecho justicia con un juego que no lo tenía fácil para llegar al gran público y convencerlo de sus bondades. Tras ello, me percato de que sólo hay algo menos de 400 reseñas y ya no tengo tan claro que la vida sea tan justa. Por suerte, aquí estoy yo para intentar aportar mi granito de arena para que eso cambie tras dar la matraca con él en nuestro programa y podcast semanal, porque ya os adelanto que Dawnfolk se merece muchas reseñas más.

Hay pocos juegos perfectos, si es que en realidad hay alguno, pero más fácil que cruzarte con esa perfección completa es intuir qué juegos se quedan muy cerca de ella. Por lo acertado de un diseño tan desafiante como accesible, lo simpático de su historia y estilo visual, y la ingente cantidad de contenido que trae bajo el brazo por poco más de 10 euros, Dawnfolk es esa joya oculta que has estado buscando y no sabías que tenías al alcance de los dedos.

Tan simple como adictivo

El creador de Dawnfolk, un Darenn Keller convertido en hombre orquesta del mundo del desarrollo en solitario, define a su obra como un juego de construcción y supervivencia. No seré yo el que le niegue esa realidad a Keller, que para algo es suyo el juego, pero aunque es fácil llegar a esa conclusión al plantarte a una imagen del juego, en realidad termina siendo mucho más que otro simulador de ciudades más. Me explico.

Con una cuadrícula plagada de biomas, desde la pradera y el desierto hasta el mar y el bosque, iniciamos la aventura con un campamento central y deberemos conseguir recursos para hacer crecer el asentamiento. Las casas te dan gente pero necesitan comida, las tierras de cultivo te dan comida pero necesitan materiales, y las minas te dan materiales pero necesitan gente. Fácil, sencillo y para toda la familia.

A ese piedra papel tijera de conseguir materiales y recursos se suma que esto no es un mapa infinito en el que ir creciendo, sino una serie de niveles que, por la limitación que ofrece el propio escenario, los biomas que ofrece, y los desafíos que nos va echando a la cara, la sinergia entre las casillas ocupadas para maximizar recursos lo convierten en realidad en un puzle.

Las casas cerca del asentamiento central producen más gente, las granjas cerca de las tierras de cultivo producen más comida, y la montaña que podría ser una mina también ofrece hueco a otros edificios como el observatorio, una fuente de luz que nos permitirá ir desbloqueando casillas cercanas para sacarlas de la oscuridad y convertirlas en tierras en las que seguir construyendo. En esa mezcla de limitaciones y sinergias, Dawnfolk se convierte en uno de los juegos más sencillos de entender que me he cruzado en mucho tiempo. También uno de los que, sin pisotear esa máxima, consigue convertirse en un adictivo desafío.

Ideal para no cuando no sabes a qué jugar

La idea es que, durante la expansión que realices en cada nivel, te vayas adaptando a los biomas y retos que el juego te vaya echando a la cara. Una zona desértica hará más difícil conseguir comida y construir sobre la arena, una zona plagada de poblados orcos te tendrá constantemente atento a si tienes suficiente gente para luchar o comida para negociar la paz, y estar rodeado de agua puede asfixiarte con mucho más que la falta de terreno sumando piratas al acecho.

Está lejos de ser uno de esos juegos con infinidad de edificios esperando a ser desbloqueados, y aunque hay múltiples opciones entre las que elegir, y todos ofrecen la posibilidad de mejorarse para acceder a nuevas opciones y sinergias, la gran baza de Dawnfolk es que, desde que empiezas un nivel hasta que alcanzas un punto en el que eras casi autosuficiente, apenas habrán pasado unos minutos.

Quiere ser lo más ágil posible y está a kilómetros de lo que hacen otros juegos de este estilo, con largas esperas que cortan el ritmo hasta que consigues el número de materiales que necesitas. Bastará con pulsar un botón para saltar al día siguiente y acumular de golpe todo lo que hayas generado durante ese tiempo. No está preocupado de que te canses demasiado rápido porque entre la campaña, los distintos niveles de dificultad para cada escenario, los desafíos diarios y el modo puzle, tienes Dawnfolk para rato.

Entiendo hasta qué punto ese número de reseñas tiene sentido en un mundo en el que los graficotes hiperrealistas han ganado la conversación, pero si cada vez que sale un triple A venido a menos no puedes evitar pensar en que le falta chicha, profundidad y que se complica o estira el chicle innecesariamente, Dawnfolk es el juego de Steam que te demuestra que otro diseño de videojuegos es posible.

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La noticia

Si me hubiesen dado 1 euro cada vez que dije «una más y lo dejo» con esta joya de Steam, ahora todos mis amigos tendrían un Dawnfolk en su biblioteca

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3DJuegos

por
Rubén Márquez

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