Cuando se empezó a hablar de la Generación Z, la máxima que rodeaba a aquellos niños estaba rodeada de conceptos como la conciencia social o la revolución de la tecnología de la información, y se les apuntaba como la generación más preparada de la historia. Hoy, en cambio, la etiqueta de Generación Z nos traslada a una perspectiva completamente distinta.
Se habla de falta de adaptación al mercado de trabajo, de problemas laborales relacionados con su fragilidad, y se destaca la actitud de unos jóvenes que resultan especialmente difíciles de manejar. Conceptos completamente opuestos a los que aventurábamos hace apenas unos años y que, para la Generación Z en su totalidad, cayendo o no en esos supuestos errores, está marcando su futuro laboral no por su forma de trabajar o su opinión sobre cómo debería ser el ambiente laboral, sino por la mera etiqueta en sí misma.
El 31% de los gerentes evita contratar a la Generación Z
Jessica Kriegel, jefa de estrategia en Culture Partners que se dedica a analizar y aconsejar a empresas sobre su cultura empresarial, ese cambio de narrativa sobre la etiqueta de la Generación Z se ha convertido en un grave problema. Para ella, las etiquetas generacionales no son más que «una forma destructiva de simplificar la complejidad del comportamiento humano en sacos de estereotipos». Que hayamos empezado a ver esos jóvenes como un todo, en vez de acercarnos a sus cualidades individuales, evidencia hasta qué punto tiene razón.
Un informe de la firma Intelligent de finales de 2024 recogía que, tras entrevistar a 966 líderes empresariales sobre su postura a la hora de contratar a miembros de la Generación Z, uno de cada seis jefes se mostraba vacilante a la hora de contratar a jóvenes de la citada generación. Además, una de cada siete compañías aseguraba que no contrataría a graduados universitarios el próximo año.
No es la única muestra de hasta qué punto la etiqueta está pesando sobre los hombros de esos jóvenes. Una encuesta de ResumeBuilder a 782 gerentes involucrados en la selección y contratación de personal mostraba que el 31% de ellos reconocen evitar contratar a miembros de la Generación Z. Entre las razones que comentaban estaban, como ya habréis imaginado, aspectos como que son demasiado difíciles de gestionar, que no pueden soportar la carga de trabajo, o que no se llevan bien con otros compañeros.
Tal y como recogía Kriegel, que los estudios sobre la Generación Z apunten en esa dirección de forma generalizada, no necesariamente va a significar que todos los candidatos que lleguen a las puertas de esas empresas cumplan a rajatabla las razones que han llevado a crear esos estereotipos. Sin embargo, para muchas empresas, el beneficio de la duda brilla por su ausencia. La etiqueta es más que suficiente para saltar al siguiente candidato.
Una generación sin impacto
El principal problema de etiquetas como la de la Generación Z, según el experto en demografía Mark McCrindle, es que además están mal hechas. Nos hemos acostumbrado a atar esos nombres a años concretos, a menudo con números redondos, en vez de a acontecimientos históricos realmente impactantes que hayan marcado su futuro.
Para dar nombre a los Baby Boomers la clave estuvo en la expansión económica del Sueño Americano arrastrado por la prosperidad de la posguerra, para la Generación X la caída del Muro de Berlín y la revolución pop de la televisión y el cine, y para los Millenials la expansión de internet y la globalización. En el caso de la Generación Z, lejos de producirse un evento que abriese las puertas a una nueva etiqueta, en realidad ha quedado marcada por todo lo que arrastró en años posteriores tras ponerse ese nombre.
La crisis económica, la crisis climática, la transformación social de movimientos como el MeToo y BLM, una pandemia… Para una generación que ha crecido en ese escenario, en vez de haber nacido como consecuencia de él, es fácil comprender por qué la narrativa ha virado con esa facilidad de aspectos tan positivos como «la generación más preparada de la historia» a evitar contratar a los miembros de la Generación Z con un porcentaje de aceptación alarmante.
Tal y como recogían en Xataka, al comentar una encuesta en la que el 40% de los gerentes reconocía no fiarse de la Generación Z y su ética, los problemas de falta de preparación tras salir de la universidad, o incluso la rebeldía juvenil en el trabajo, son realidades que cualquiera con experiencia laboral ha vivido en mayor o menor medida. Con los Gen Z, sin embargo, parece que a muchos se les ha olvidado el haber pasado también por ahí.
Imagen | Oksana Moroziuk en Midjourney
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La noticia
El mayor problema de la Generación Z no es ni su forma de trabajar ni sus opiniones: lo que más le afecta es la etiqueta
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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