Se nos está quedando un futuro muy negro para la Generación Alfa y, aunque no empezarán su andadura en el mercado laboral hasta 2030, su generación está en el ojo del huracán por una tormenta que terminará salpicándonos a todos: el miedo a cómo se avecina un giro radical tanto en la edad de jubilación como en la hucha de las pensiones, y cómo esos cambios tanto a nivel nacional como europeo marcarán el futuro de nuestros jóvenes.
Se calcula que, para 2050, el 30% de la población española tendrá más de 65 años, el ratio de trabajadores activos por jubilado caerá hasta el 1,3, y la edad para retirarnos estará ya por encima de los 70 años. Para una Generación Alfa que tendrá que cargar con esa presión sobre sus hombros, la situación que se les plantea está lejos de ser la ideal. Las medidas que ya se están tomando en otros países de Europa tampoco ayudan.
La realidad actual de jubilaciones y pensiones
La clave detrás de las jubilaciones y las pensiones está en que, para mantenerlas, se necesita establecer una proporción entre los años trabajados y los años en los que se cobra la pensión. A más jóvenes trabajando respecto a nuestros mayores cobrando su pensión, más fácil es equilibrar esa balanza. Una realidad que, como ya hemos comentado por aquí en más de una ocasión, el bajo índice de natalidad pone en aprietos.
La situación actual respecto a la edad legal de jubilación en España tras los últimos cambios, activos desde enero de 2025, es que la edad mínima para jubilarse se ha incrementado hasta los 66 años y 8 meses. Ese margen alcanza a todos aquellos que no hayan alcanzado un mínimo de cotización situado actualmente en 38 años y 3 meses. Quienes superen esa cifra, en cambio, podrán jubilarse a los 65 años. La idea es que, con la intención de adaptarnos a ese cambio demográfico, la edad mínima siga subiendo hasta los 67 años para 2027.
A esa situación hay que sumar también que, conforme sube el precio de la vida y se ajustan las pensiones para intentar equipararse a ese coste, el Fondo de Reserva que comúnmente conocemos como la hucha de las pensiones, cada vez necesitará ingresar más para seguir haciendo girar la rueda. Sin embargo, la situación económica global y la constante subida de los precios plantea un reto difícil de mantener en el tiempo si no le acompaña también un cambio en los sueldos.
En el resto de Europa la situación no es mucho más esperanzadora, y no son pocos los países que ya han implementado cambios para reformar sus sistemas de pensiones. En Islandia y Noruega ya se jubilan a los 67 años, por ejemplo, y en Reino Unido se obliga a los trabajadores a mantener un fondo de pensiones privado adicional al de la pensión pública para mantener el equilibrio.
Dinamarca, con un sistema mixto parecido, añade un giro adicional que nos interesa especialmente de cara a la Generación Alfa y las que lleguen detrás: desde este mismo 2025, la edad de jubilación está ligada a la esperanza de vida. Aunque parece lógico, es un panorama más complejo de lo que parece por dos razones: la productividad de los trabajadores y lo que los expertos han dado a conocer como la Velocidad de Escape de la Longevidad.
La jubilación y las pensiones en el 2050
Asomémonos primero al problema de la productividad. Tal y como recogía un informe del Banco de España de 2020, la productividad está estrechamente ligada a la edad, y aunque la experiencia acumulada durante toda la carrera juega un papel importantísimo para elevar esa curva, el pico máximo llega hasta los 55 años y, a partir de ahí, empieza a caer de forma drástica. Aunque es lógico ya desde el papel, merece la pena poner sobre la mesa con más ímpetu que un trabajador de 40 años no rinde igual que uno de 80 por mucha experiencia que tenga detrás.
Si esto ya es un problema en el panorama actual, el futuro plantea un escenario aún más complejo frente a esa salida que propone ligar la edad de jubilación a la esperanza de vida. El problema está en esa Velocidad de Escape de la Longevidad que comentábamos unas líneas más arriba. El término hace referencia a cómo, con el avance de la tecnología y el apoyo cada vez más notorio y destacable de herramientas como la IA, capaces de acelerar investigaciones médicas de una forma demencial, vivir más años será cada vez más fácil. Se calcula que para 2032 ya estaremos en un punto en el que, por cada año de vida, sólo perderemos alrededor de ocho o nueve meses de longevidad.
Cuando antes introducíamos cuál sería la situación de cara a 2050 no era casualidad. Para cuando llegue ese momento, los primeros miembros de la Generación Alfa nacidos en 2010 tendrán ya 40 años, llevarán alrededor de 20 años cotizados y, en el hipotético caso de que la esperanza de vida siga aumentando al ritmo que pronostican los expertos, para entonces ya llegaremos a los 105 años. Sin contar la variable de la natalidad, o manteniéndola en una situación similar a la actual, para mantener ese equilibrio la edad de jubilación debería estar alrededor de los 81 años.
La situación es a todas luces distópica, pero no tan negra como podríamos llegar a pensar. Aunque darle la vuelta a ese problema con la natalidad plantearía una solución mucho más fácil, en realidad no es la única que está a nuestra disposición para intentar pintar un futuro más alentador para la Generación Alfa y posteriores. El mejor ejemplo lo tenemos en la jubilación parcial de países como Suecia o Países Bajos, que proponen un sistema de pensiones que, reduciendo el horario laboral de los empleados más mayores, puedan compatibilizar su sueldo por esas horas trabajadas con una parte de la pensión como salario.
Además de esos fondos mixtos, con un equilibrio entre la pensión pública y la privada que sea capaz de mantener el nivel adquisitivo, la gran asignatura pendiente, no sólo de España o Europa, sino de todo el mundo, está en un sistema de formación continua. De cara a todos esos avances que también marcarán nuestra esperanza de vida, nuestros sistemas deben agarrarse más temprano que tarde a una formación y reciclaje profesional que ayude a los trabajadores a adaptarse a todos esos cambios, facilitando con ello la extensión de su vida laboral sin impactar en su productividad y, con suerte, tampoco en su calidad de vida.
Imagen | ThisisEngineering
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La noticia
La jubilación más allá de los 80 suena bien para salvar las pensiones, pero el precio a pagar será muy alto para la Generación Alfa y su productividad
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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